17/4/13

Carta desde Madrid con destino Santa Fe, Argentina.

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Hoy es el aroma de su sexo lo que me despierta.
Hoy la sangre hierve como siempre he deseado.
 
Nuestros padres nos hablaron,
cuando ni tú ni yo  nos preocupábamos por nuestro futuro,
de la importancia de la experiencia.
Porque la experiencia es vida
y esta conforma nuestra esencia.
 
Yo tuve una compañera de viajes
con la que compartí todo lo que supe,
todo lo que viví, todo lo que ocurrió.
Tuve una compañera de viajes
hasta que me invadió la enfermedad, levantando
una enorme muralla en torno a mí, reflexionando
sobre la brevedad del momento.
 
Compartí todo lo que había llegado a sentir
con ella, mi compañera de viajes,
mi intrépida y valiente compañera
de vida.
 
Quizá, en algún momento, también tuve
un amor sobre el que escribir.
Pero fui, he sido y soy tan egoísta
que solo sé hablar de mí
y de la experiencia.
 
¿Tuve una compañera de viajes,
de aventuras, de vida al fin y al cabo?
¿Tuve un amor que creó recuerdos,
que fue parte de la experiencia?
 
Hoy no es el aroma de su sexo lo que me ha despertado.
Hoy la sangre ha ardido, pero no se ha sentido siquiera.
 
He sido afortunado, amiga,
pero eso no es suficiente
cuando se trata de seres insaciables
o, como otros dirían, malcriados.
Producto del deseo de una mayor experiencia.
 
 
(una de otras muchas cartas
que circulan
entre Madrid
y Santa fe)
 

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